martes, 23 de abril de 2013

Borrón y cuenta nueva

"En la vida es muy fácil caer y seguir luchando en el camino para ser santo. No necesitas preguntárselo a mi marido; te lo aseguro". 
Clare Czerwinke es una de las personas que participó en el documental “Inspirados para amar. Diálogo con San Josemaría”.

domingo, 14 de abril de 2013

Mujer perfecta

Lilly Martin Spencer: Felicidad doméstica.

Una mujer fuerte,

¿quién la encontrara?

Vale mucho más que las perlas.

(…)

Está revestida de fortaleza

y dignidad,

y sonríe al porvenir.

Abre su boca con sabiduría,

y su lengua enseña con bondad.

Falaz es la gracia y vana la

hermosura,

la mujer que teme al Señor

será alabada.

Con este poema acróstico sobre las cualidades que adornan a la mujer perfecta se cierra el libro de los Proverbios del Antiguo Testamento.
En palabras de Juan Pablo II, La mujer perfecta, (Cfr. Pr. 31,10), “se convierte en un apoyo insustituible y en una fuente de fuerza espiritual para los demás, que perciben la gran energía de su espíritu. A estas “mujeres perfectas” deben mucho sus familias y, a veces, también las naciones”.

Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, nº 30.

George Elgar Hicks, (1824-1914): Padre e hija.
Sir Frank Dicksee, (1853-1928): La madre, 1907.


viernes, 5 de abril de 2013

Yo sé que estás conmigo

Oración

Yo sé que estás conmigo, porque todas
las cosas se me han vuelto claridad:
porque tengo la sed y el agua juntas
en el jardín de mi sereno afán.

Yo sé que estás conmigo, porque he visto
en las cosas tu sombra, que es la paz;
y se me han aclarado las razones
de los hechos humildes, y el andar
por el camino blanco, se me ha hecho
un ejercicio de felicidad.

No he sido arrebatado sobre nubes
ni he sentido tu voz, ni me he salido
del prado verde donde suelo andar...
¡otra vez, como ayer, te he conocido
por la manera de partir el pan!

José María Pemán
 
 

miércoles, 3 de abril de 2013

¿No ardía nuestro corazón?


Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.

Él les dijo: 
- «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». 

Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: 
- «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?».

Rembrandt: Cena de Emaús.

 Él les dijo: 
- «¿Qué cosas?». 
Ellos le dijeron: 
- «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron»

William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): La santas mujeres en la tumba vacía de Jesús.

Él les dijo: 
- «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». 
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras. 

Caravaggio: Cena de Emaús.
Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: - «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». 
Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.

Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: 
- «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». 
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: 
«¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». 
Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

(Lc 24,13-35)

Lelio Orsi, (1511–1587): Camino de Emaús.